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La sorprendente razón por la que los humanos dejamos de producir vitamina C
Por Juan Carlos Colmenero
Publicado en 16/08/2025 15:21
Curiosidades

Al perder la capacidad de fabricar vitamina C, nuestros ancestros quizá ganaron una inesperada defensa contra parásitos potencialmente mortales.

La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente esencial para los humanos, ya que participa en la formación de colágeno, la absorción de hierro y la función inmunitaria. La mayoría de los animales la fabrican gracias a una enzima llamada GULO (gulonolactona oxidasa), pero en algunos grupos, como los primates, murciélagos y cobayas, el gen que la produce dejó de funcionar.

Según los manuales de biología, nuestros ancestros dejaron de producir vitamina C hace entre 60 y 70 millones de años, cuando una mutación inactivó el gen GULO. La explicación habitual sostiene que, al obtener suficiente vitamina C de frutas y otros alimentos vegetales, conservar esa capacidad ya no suponía una ventaja, por lo que la mutación no fue eliminada por selección natural. En teoría, la pérdida fue un evento neutral: ni beneficioso ni perjudicial.

Pero Michalis Agathocleous, del Centro Médico UT Southwestern en Dallas, empezó a cuestionar esta idea en 2017, cuando su equipo descubrió que la vitamina C desempeña un papel clave en las células madre que producen la sangre. Si dejar de producir vitamina C fuera realmente un cambio neutral, razonó, ¿por qué muchos animales que consumen dietas ricas en ella aún conservan un gen GULO plenamente funcional?

En animales que fabrican vitamina C, los niveles en sangre se mantienen estables incluso en ayunos cortos. En cambio, en los humanos, el nivel varía y puede caer mucho si pasan unos días sin comida. Esto sugiere que, en principio, conservar la enzima podría aportar ventajas. Entonces, ¿por qué perderla?

La pista llegó de la mano de unos parásitos llamados esquistosomas, gusanos planos que viven en agua dulce. Estos organismos penetran en la piel y maduran dentro del cuerpo, provocando esquistosomiasis, una enfermedad cuyas molestias se deben en gran medida a la reacción inmunitaria frente a los huevos liberados por los gusanos adultos. El equipo de Agathocleous descubrió que los esquistosomas ponen más huevos cuando tienen abundante vitamina C a su disposición.

Para poner a prueba la hipótesis, los investigadores eliminaron el gen GULO en ratones de laboratorio. Al recibir una dieta baja en vitamina C, estos ratones, tras infectarse con esquistosomas, no desarrollaron síntomas ni expulsaron huevos en las heces. En cambio, los ratones con un gen GULO intacto eliminaron gran cantidad de huevos y, en su mayoría, murieron.

“Lo que hemos hecho es aportar evidencia de que hay un beneficio”, afirma Agathocleous. Si bien no existe forma de demostrar que la pérdida de GULO en nuestros ancestros se seleccionó positivamente para combatir una enfermedad concreta, los resultados apuntan a que la idea es plausible.

Para Deborah Good, de Virginia Tech, que no participó en la investigación, la conclusión es clara: “Aunque muchos libros de texto plantean que fue una situación de ‘úsalo o piérdelo’ para el gen GULO, muchos científicos, incluyéndome a mí, creemos que hay pruebas suficientes para defender una ventaja evolutiva de esta pérdida genética. La protección contra parásitos podría ser una de ellas”.

Esta nueva perspectiva reescribe, al menos parcialmente, el relato clásico. Lo que durante décadas se interpretó como un simple descuido evolutivo podría, en realidad, haber sido una jugada maestra de la naturaleza: renunciar a una capacidad bioquímica para ganar resistencia frente a enemigos invisibles. En otras palabras, perder para ganar.

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